Una verdadera fiesta de fe vivimos hoy en una Catedral Metropolitana de Santiago colmada de estudiantes, docentes, equipos directivos, autoridades y familias de Belén Educa.
Más de 170 integrantes de nuestras comunidades educativas recibieron el sacramento de la Confirmación de manos de monseñor Alberto Lorenzelli sdb., vicario general y obispo auxiliar de Santiago.
Aunque la gran mayoría de los confirmados fueron estudiantes, también recibieron el sacramento docentes y apoderados de nuestros colegios.
Durante la ceremonia, Fernando García, director de Formación y Convivencia de Belén Educa, presentó a monseñor Lorenzelli a los confirmandos. “Son jóvenes y adultos que pertenecen a una institución que tiene en su corazón el proyecto de Jesús. Pedimos que el Espíritu Santo inunde sus vidas con sabiduría, entendimiento y fortaleza, para que sean testimonio de la gratuidad del amor de Dios”.
En su homilía, don Alberto invitó a los nuevos confirmados a ser creyentes, coherentes y testigos; y además, desvergonzados. “No tengan vergüenza de ser cristianos ni de anunciar a Cristo con alegría”, exhortó.
Enfatizó en que la Confirmación “no es una graduación de la fe, sino el comienzo de una vida cristiana madura, valiente y auténtica. Ustedes hoy reciben una linterna: si la esconden, se apaga; si la comparten, crece. Esa linterna es su fe”.
Después de la comunión, Pedro Larraín, director ejecutivo de Belén Educa agradeció a Dios por “todos quienes han dicho que sí hoy. Gracias, Señor, por inculcarles en sus corazones el amor por ti. Gracias por sus familias… Gracias por sus catequistas y líderes formativos que han estado con ellos en este proceso… Y gracias, Señor, por los 25 años de Fundación Belén Educa. Por ser, durante 25 años, testigos del amor de Dios para cada uno de nuestros estudiantes y sus familias”.
Ivanoska Marín, estudiante del Colegio Cardenal Raúl Silva Henríquez dio las gracias a nombre de todos los confirmados. “En este camino he aprendido que servir no se hace de cualquier forma, sino al modo de Jesús: con amor, con alegría y poniendo mis dones al servicio de los demás. Gracias a mi colegio y a mi catequista descubrí que la fe también se vive en comunidad, entre cantos, juegos y amistad; y que todo eso me fortalece para seguir construyendo un mundo mejor”.