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Los profesores que están cambiando la forma de enseñar

Domingo 17 de Julio de 2016

 

En lugar de ver cómo su profesora llena el pizarrón con números, los niños del 3° básico A del Colegio San Alberto Hurtado levantan las manos, gritan y aplauden mientras una ruleta va girando en la pared. La sala de clases parece concurso de "Sábado Gigante" y la maestra Constanza Quintana pone tanta o más energía que Don Francisco. "Llegó el momento deeeeeeeel...", introduce ella. "Desafío matemáticooooo...", chillan los niños a coro. Uno de ellos resuelve bien el problema que apareció en la ruleta y la docente le pregunta al curso: "¿Cómo está esto?". "¡Bien, bien, bien, wuuuuuu!", grita la clase completa dando tres aplausos, uno en cada "bien".

Constanza construyó la ruleta en PowerPoint y la proyecta en un data show. Dice que hace seis años no ve televisión, pero como sabe que sus alumnos sí ven, y harta, decidió jugar con ellos. "Siempre lo hago. Les llevo la mano de Iron Man y cuando la muestro, saben que tienen que guardar silencio. Antes uno se urgía con el castigo del profe, pero los niños ahora son inmunes al reto, les da lo mismo que les estén llamando a la mamá o que los dejen sin recreo. Entonces, hay que motivarlos. Yo elegí estas técnicas y las trabajo durante meses antes de aplicarlas", explica la profesora del establecimiento que tiene en Pudahuel la Fundación Belén Educa.

En esa institución trabajó también la asesora en gestión educacional Pamela Cabrera. Ella ha escrito libros para niños hasta de 2° básico y creó un karaoke para que en 1° básico pudieran seguir el ritmo ideal de lectura. "Lo construimos para estimular el dominio lector de manera lúdica, bajo un modelo de velocidad que para 1° básico debía llegar a las 64 palabras por minuto. La herramienta les gustó a los niños, logró motivarlos", recuerda la docente, que ahora es directora académica en la Red de Colegios SEG.

Constanza Quintana explica que con el concurso de TV "hay más participación, porque los niños más tímidos se suman a la dinámica, y se controlan los niveles de ansiedad". Agrega que las formas de estimular el aprendizaje no tienen por qué ser rebuscadas. Ella, por ejemplo, ya con entrar a la sala con una bufanda en la cabeza logra que los niños se pregunten algo y se predispongan de manera distinta. "Esto también se trata de pasarlo bien. Cuando el profe lo pasa bien, los niños también. En mi generación a nadie le gustaba Matemática, eran fomes mis clases. Encima yo era la alumna invisible, la de nota 5 que no le va ni bien ni mal, el nombre que el profe se aprende en octubre", recuerda.

En el San Alberto, en cambio, están tan motivados que acaban de lanzar otro concurso a fin de semestre, "La Calculadora Humana", con una profesora disfrazada de calculadora y las barras de cada curso apoyando a los participantes. "El profe tiene que ser un actor, cuando yo hago clases me transformo", insiste.

De redes sociales a museos escolares

¿Funciona todo esto? Aunque las dinámicas de concursos comenzaron recién y los resultados se verán probablemente en futuras mediciones, la maestra adelanta que los niños con nota bajo 4,0 ya disminuyeron drásticamente. También los que tenían baja autoestima.

Hay más profesoras como Constanza y como Pamela que decidieron innovar. Algunos se han lanzado solos a la aventura de cambiar el mundo. Quieren arreglar los desastres en lenguaje y lectura que está detectando el Simce o la OCDE, o simplemente quieren que los niños nunca salgan de la sala sin haber aprendido algo. Sin ir muy lejos, en marzo el profesor de Historia Jaime Jaramillo se volvió famoso y viral por enseñar la Segunda Guerra Mundial en versión rap. Trabaja en Villarrica, en el colegio Pedro de Valdivia, un alumno lo grabó con un celular y publicó el video en YouTube. A fines del primer semestre ya tenía nuevas canciones (una de la Edad Media, otra del Renacimiento y otra de los presidentes chilenos) y estaba colaborando con un taller de rap en la municipalidad. "Siempre pensé que hay que buscar las formas para llegar a los niños, para conectarse con ellos. Las materias a veces son muy aburridas y busqué el método del rap, porque está de moda y me gusta. Lo vengo pensando desde que estaba en la universidad. Ha funcionado en disciplina y motivación, se amplía el vocabulario y los niños subieron sus notas y crecieron incluso en el plano musical", cuenta Jaime.

Jacqueline Bustamante, profesora de Lenguaje del Liceo Carmela Carvajal de Providencia, acudió a la moda de las redes sociales y les pidió a sus alumnas que resumieran en memes hasta la página 150 de "Cien años de soledad", el libro de García Márquez. Antes hizo también un cómic del Quijote. "No es tan difícil que los niños lean en este colegio", dice Jacqueline, "pero leen por obligación, por una nota". Ella recuerda que se ha ido perdiendo la soltura de las clases que tuvo como escolar: "Cantábamos mucho, saltábamos, aplaudíamos cuando teníamos frío. Las cosas se han puesto cada vez más graves y no se dan cuenta de que ha cambiado la forma de enseñar".

Otra profesora que desató un cambio radical fue la museóloga Marta Cerda, quien levantó dos museos en escuelas cercanas a Valdivia. En el Museo Escolar Hugo Gunckel, del colegio rural La Aguada, tienen colecciones de ornitología, paleontología e invertebrados marinos, entre otras, que han sido construidas por los mismos niños. Igual en la Escuela Juan Bosch de Niebla. Así, los alumnos han aprendido de historia, ecología, geografía, taxidermia, museología, botánica y arte. Además, hay un taller de museología científica que ya lo quisieran en los colegios de Finlandia. "Los trabajamos con el profesor Roberto Schlatter (recientemente fallecido) y también han participado los apoderados. Muchos de ellos son mariscadores y han aportado el material hidrobiológico y fósiles que encuentran en la orilla de la playa. Si encuentran algo raro, lo regalan al colegio sin saber que va a terminar en una colección", cuenta Marta, que jubiló recién, pero sigue vinculada a los museos.

Los niños han descubierto el valor de los museos y de su propia cultura. Marta cuenta dos historias que cierran el ciclo de la enseñanza: "En la escuela de La Aguada, un ex alumno que trabajaba en una empresa forestal al cortar el tronco de un árbol se dio cuenta de que desde un agujero asomaban dos colas. Eran monitos del monte. Los llevó al colegio, les armaron un terrario y los niños los tuvieron por un par de meses. Iban de otros colegios a verlos y a comprender lo frágiles que son los ecosistemas. Cuando ocurrió la varazón de medusas, fuimos con los niños de la escuela de Niebla a tomar fotos, a medir y a registrar, para que pudieran comprender que el museo también está fuera de las paredes".

Sin el impacto de los museos escolares, lo más probable es que los monitos del monte hubieran quedado abandonados en medio de la tala y las medusas habrían sido una anécdota más de la naturaleza.

Director de liceo en Freire: "Hay que hacer soñar a los chiquillos"

Juan Carlos Fuentes dirige el Liceo Juan Schleyer, en Freire, donde el 49% de los estudiantes es mapuche. Cuenta que están finalizando la etapa de implementación de un modelo de enseñanza que importó desde México y que fue evaluado en terreno por la Agencia de Calidad de la Educación. Se llama Redes de Tutoría y se trata de cambiar radicalmente las reglas del aula, preparando a los alumnos para que se conviertan en tutores de sus compañeros en varios temas, para que ellos a su vez más adelante también sean tutores. De paso, también les enseñan a sus profesores. Los directivos ya fueron capacitados y en el primer semestre se capacitó a cinco docentes más. A fin de año tendrán 12 estudiantes capacitados para enseñar a los demás, preparando un tema elegido por el tutorado y presentándolo con absoluta libertad después de ensayarlo.

"Al preparar un tema se trata de elaborar guiones, no de pasar materia, y el tutor hace que el tutorado vaya aprendiendo a través de las preguntas desafiantes que puede realizar. Ejemplo: yo preparé en Lenguaje a un alumno tutor a través del cómic. Yo quería que se diera cuenta de que en el cómic había un inicio, un desarrollo y una conclusión, y que notara los valores intrínsecos en la historieta. A través de sus respuestas, me di cuenta de si adquirió o no la habilidad. Ese era mi objetivo", explica Fuentes.

Agrega que este formato rompe con el esquema tradicional de la clase, pues el tiempo es fundamental para preparar a otros tutores. Entonces, se dividió al curso en dos, una mitad es tutora y la otra, tutorada. "Empezamos lentamente con un tercero medio y nos ayudó Educación 2020 a traer al profesor mexicano Santiago Rincón Gallardo, de la Universidad de Toronto. Él nos explicó que si seguimos haciendo lo mismo que hace 100 años, nunca vamos a subir nuestros resultados. Nos mostró un gráfico de cuánto ha subido Finlandia las veces que ha innovado, y era una curva ascendente. Nos falta romper esquemas en eso, hay que hacer soñar a los chiquillos, y la educación tradicional lamentablemente no se los permite", advierte el director.

Campeonato mundial de verbos y pruebas de Física en el celular

La Escoleta de Bellaterra en Barcelona es pública, llega hasta 6° básico y su proyecto educativo trabaja con proyectos. Al comienzo de cada año, los niños eligen un nombre para su curso. Hay diálogo y votación, las propuestas son con argumentos. "Con el nombre que gana, los profesores diseñan todas las asignaturas con el tema, que nace del interés de los niños. Es un desafío enorme, a veces han tenido nombres como pokemones y no es fácil inventar Matemática, Lenguaje y Arte por todo un año con ese tema. También ha habido tortugas, pollitos, diamantes y gigantes", cuenta Pilar Escotorín, profesora chilena y doctora en Psicología de la Comunicación cuya hija estuvo en ese colegio. "Es lo mejor que he visto, los resultados son excelentes", dice.

Mientras vivió en Chile, Pilar buscó cambiar las cosas y el Subercaseaux College de San Miguel le permitió intentarlo. "Trabajé dos años haciendo lo que me pedía el sistema: rendimiento, disciplina, orden, y lo pasé súper mal. Era una profe de 23 años haciendo clases de Castellano a cursos de 45 adolescentes. Me enfermé, perdí la voz, en algún curso era una bruja, y no era yo. Ni ellos ni yo lo pasábamos bien. Ahí decidí innovar", cuenta. Inventó pruebas sobre la Edad Media o el Renacimiento que evaluaba junto a sus colegas de Filosofía o Historia. Para eso les pedía a los alumnos que escribieran una obra de teatro original con lenguaje, pensamiento y estética de la época. También enseñaba conjugaciones verbales a través del fútbol: "La pelota era la pregunta. Cada equipo tenía un capitán, nombre, formación, arquero, defensas. El capitán tiraba la pelota (la pregunta, al otro equipo. Si no sabían la respuesta, se pasaban la pelota hasta el arquero. Si el arquero tampoco sabía, era gol. Lo importante es que los equipos aprendían verbos y estudiaban juntos, no solo tenían que responder pelotas difíciles, sino que preparar tiros difíciles".

Con un cuarto medio Pilar hizo que los jóvenes inventaran una religión, la del Elefante Dorado. "Eso te hace pensar más que si estudiaras una que ya existe. La innovación didáctica que trabaja desde los intereses de los niños asegura la motivación intrínseca y se acaban los problemas de disciplina", asegura la maestra.

Otros profesores que han innovado en Chile los detectó Elige Educar hasta el año 2013, a través del concurso "Profe Estrella", que eran elegidos por los mismos estudiantes. Inés Alegre fue la ganadora 2012, cuando estaba en el Colegio Palmarés Los Cóndores de San Bernardo. Con la lógica de hacer más accesibles los contenidos complejos para los niños, decidió hacerlos jugar. Organizó olimpiadas de verbos con un Twister, trabalenguas, juegos de palabras, hip hop poético y cara a cara de rap. El resultado fue que los niños incrementaron su vocabulario, se rieron y aprendieron.

Cristián Romero estuvo también en este concurso como profesor de Física del Colegio San Esteban Mártir de Lo Barnechea. Cuando se dio cuenta de que los jóvenes no llevaban cuadernos a clases, pero sí sus celulares, para escuchar música o enviar mensajes, aprendió el lenguaje de programación de los juegos que más utilizaban sus alumnos, diseñó una aplicación con formato de juego y así pudo hacer clases de Fimo, o Física Móvil. Con la aplicación podía enviar ejercicios y pruebas para reforzar la materia. El alumno podía elegir dónde y cuándo bajarlos (por bluetooth, porque era en la época del MSN). ¿Resultado? El promedio de notas en Física subió 10% y los niños de básica le preguntaban si podían entrar a sus clases.

 





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